UN PASO ADELANTE
Javier González Soler, La Opinión, 4 de abril de 2008
Tras el estreno en Molina de Segura, el pasado martes se presentó en Cartagena la nueva producción de Alquibla Teatro: “Las amistades peligrosas” de Choderlos de Laclos, en versión de Diana de Paco y bajo la dirección de Antonio Saura. Después de una coproducción de formato medio y un infantil, la considerada como primera compañía de la Región vuelve con una producción de gran formato en plena fase de madurez creativa.
Para abordar este proyecto la compañía no ha partido de la versión teatral de Christopher Hampton como es habitual, sino que Diana de Paco ha realizado una buena adaptación directa de la obra de Choderlos de Laclos, en la que se conserva de forma clara la relación epistolar original de la novela que mantienen los protagonistas. Aborda el tema del eterno y universal poder manipulador del sexo y la seducción ambientada en los círculos aristocráticos del siglo XVIII. Esta puesta en escena se ha ambientado en los años 60, y en ellas se mantiene el mismo juego perverso que acaba en la trágica destrucción de cuantos participan en él.
El espacio escénico y su utilización hacen de este montaje uno de los trabajos de Antonio Saura de mejor factura. El espacio es sencillo, simbólico y muy expresivo. Dos elementos principales lo definen: una chaiselonge de grandes dimensiones y un árbol que adquieren múltiples connotaciones: El sofá representa el interior, el árbol el exterior; uno la pasión, el otro lo espiritual; uno la ciudad, el otro la naturaleza… Junto a estos elementos encontramos una pantalla en la que continuamente se proyectan infografías que van remarcando la intensidad de las pasiones o indicando el paso del tiempo y las estaciones. Todo ello con el habitual despliegue lumínico que suele utilizar el director para embellecer y subrayar la escena. Como es habitual colabora en la música Salvador Martínez, en esta ocasión con una partitura original contemporánea con evocaciones barrocas que se manifiesta puntualmente de forma incidental. Todos estos elementos forman un cuadro plástico muy bello y práctico pues, como hemos dicho, está cargado de significado y va adquiriendo otros nuevos conforme avanza la acción. La transición de una escena a otra trascurre de forma limpia y clara sin apenas movimientos, aunque implique un cambio espacial o temporal y es perfectamente entendido y asimilado por el espectador.
Alquibla es una compañía de repertorio y tiene un elenco más o menos fijo. En este reparto encontramos a muchos de los actores habituales de la compañía en los últimos montajes y funcionan como el equipo compacto que son. Pedro Segura y Lola Martínez mantienen el duelo interpretativo entre la perversa y fascinante Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, tan amoral y depravado como ella; Susi Espín y Jacobo Espinosa, la joven pareja manejada al antojo de los anteriores; Esperaza Clares es la virtuosa Madame de Tourvel, y Ángeles Tendero la madre de Cecile. A pesar de que hay dos personajes principales, todos los personajes tienen su peso específico en esta obra, cada pieza es imprescindible en el conjunto y con esta responsabilidad se comportan.
Para abordar este proyecto la compañía no ha partido de la versión teatral de Christopher Hampton como es habitual, sino que Diana de Paco ha realizado una buena adaptación directa de la obra de Choderlos de Laclos, en la que se conserva de forma clara la relación epistolar original de la novela que mantienen los protagonistas. Aborda el tema del eterno y universal poder manipulador del sexo y la seducción ambientada en los círculos aristocráticos del siglo XVIII. Esta puesta en escena se ha ambientado en los años 60, y en ellas se mantiene el mismo juego perverso que acaba en la trágica destrucción de cuantos participan en él.
El espacio escénico y su utilización hacen de este montaje uno de los trabajos de Antonio Saura de mejor factura. El espacio es sencillo, simbólico y muy expresivo. Dos elementos principales lo definen: una chaiselonge de grandes dimensiones y un árbol que adquieren múltiples connotaciones: El sofá representa el interior, el árbol el exterior; uno la pasión, el otro lo espiritual; uno la ciudad, el otro la naturaleza… Junto a estos elementos encontramos una pantalla en la que continuamente se proyectan infografías que van remarcando la intensidad de las pasiones o indicando el paso del tiempo y las estaciones. Todo ello con el habitual despliegue lumínico que suele utilizar el director para embellecer y subrayar la escena. Como es habitual colabora en la música Salvador Martínez, en esta ocasión con una partitura original contemporánea con evocaciones barrocas que se manifiesta puntualmente de forma incidental. Todos estos elementos forman un cuadro plástico muy bello y práctico pues, como hemos dicho, está cargado de significado y va adquiriendo otros nuevos conforme avanza la acción. La transición de una escena a otra trascurre de forma limpia y clara sin apenas movimientos, aunque implique un cambio espacial o temporal y es perfectamente entendido y asimilado por el espectador.
Alquibla es una compañía de repertorio y tiene un elenco más o menos fijo. En este reparto encontramos a muchos de los actores habituales de la compañía en los últimos montajes y funcionan como el equipo compacto que son. Pedro Segura y Lola Martínez mantienen el duelo interpretativo entre la perversa y fascinante Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, tan amoral y depravado como ella; Susi Espín y Jacobo Espinosa, la joven pareja manejada al antojo de los anteriores; Esperaza Clares es la virtuosa Madame de Tourvel, y Ángeles Tendero la madre de Cecile. A pesar de que hay dos personajes principales, todos los personajes tienen su peso específico en esta obra, cada pieza es imprescindible en el conjunto y con esta responsabilidad se comportan.
Con este montaje Alquibla Teatro da un paso adelante en calidad y muestra una vez más un acabado impecable.