Alquibla Teatro radiografía a la juventud

Emoción y nervios en la compañía murciana Alquibla Teatro, que este viernes, a las 20.00 horas, estrena en el Teatro Circo Murcia (TCM) su nuevo montaje, ‘No me falte el aire’, la segunda entrega de la ‘Trilogía del camino’, escrita por la dramaturga Alba Saura-Clares, hija de Antonio Saura, director de Alquibla, y de Esperanza Clares, productora y actriz de la compañía. Tras ‘Mi cuerpo será camino’, estrenada en 2021, ahora llega su continuación, una obra sobre «la juventud, la ansiedad y el reverdecer». Envueltos en la escenografía y el espacio sonoro de Álvaro Imperial, y la escenografía de Fernando Caride, interpretan ‘No me falte el aire’ los actores Cristina Aniorte, Esperanza Clares, Nadia Clavel, José Ortuño y Pedro Santomera, a las órdenes de Antonio Saura, quien también firma la iluminación del montaje.

«’No me falte el aire’», explica Saura-Clares, «se sitúa ante una juventud que transita la treintena y se marcha de casa». Una función que «nos habla de su proceso para asumir la madurez, para convivir con la soledad y entender lo que ansía, lo que siempre hemos ansiado, luchando contra las imposiciones y compartiendo vida con la ansiedad. Tomar aire para ayudarnos a reverdecer y sobrevivir».

Así, ‘No me falte el aire’, añade la autora, «se mira en el espejo de cinco décadas –desde 1971– y dos espacios –el rural y el urbano–. Reflexiona sobre los caminos hacia la adultez en España desde la llegada de la democracia y, en este tránsito, los personajes luchan por renovarse y encontrarse». Y llevan esa lucha «en su realización profesional, en su liberación de las imposiciones sociales, en el abrazo a su disidencia sexual, en la posición de clase, en el diálogo siempre difícil entre el afuera y el adentro, entre el pueblo y la ciudad, entre el sonido de los pájaros y el de la música en directo, la visión del campo en primavera y la visita al museo».

La obra la interpretan Esperanza Clares, Nadia Clavel, José Ortuño y Pedro Santomera

La obra, defiende Antonio Saura, «construye un laberinto de caminos que dialogan y nos descubren que no hay una respuesta unívoca: las cárceles del alma y las alas para vivir son más complejas de lo que imaginábamos, más intercambiables, más efímeras». «Y en ese tránsito hacia la madurez, hacia descubrir nuestro lugar en el mundo», precisa Alba-Clares, «podemos pelear a la ansiedad o enfrentarla, podemos vestirnos de folclórica, remover la tierra con los dientes, dejar que el sol nos recargue o gritar tan fuerte que se desconchen las paredes de nuestro piso de 30m2 para no ir mañana a trabajar, para que su estruendo sea tal que nos escuchen por obligación y no nos sintamos tan solos y hallemos una nueva comunidad vital entre los despojos caídos de ese grito».

Exigencias

«El tiempo contemporáneo vive ante la ansiedad de un mundo que nos devora, en ciudades asfixiantes donde no se puede pagar por una habitación digna, en trabajos que nos absorben y siempre nos exigen más y más, en el aire contaminado y en la necesidad de salir corriendo», expone la autora, para la que «el campo retorna como el lugar idílico donde tomar aire para regresar al juego cosmopolita». Pero, a la vez, reconoce, «la ciudad atrae en sus posibilidades laborales, en la realización personal, en el disfrute, en el encuentro liberador con la identidad propia que se asfixia ante la lentitud del pueblo». Y, de este modo, «la rueda sigue y el pueblo asfixia y libera, y la rueda sigue y la ciudad libera y asfixia, y en esa incertidumbre de un mundo que nos hace adaptarnos a cada instante, intentamos sobreponernos a la individualidad de la ciudad y construir comunidades imaginadas que nos salven mientras decidimos cuál es nuestro lugar en el mundo».

La acción se desarrolla entre 1971 y 2023, y por el escenario desfilan en total 29 personajes

«Y, para ello», propone Alba-Clares, «también debemos volver la vista atrás, entendernos a través de otras juventudes: la de los setenta de una España aún en dictadura y la Barcelona más disidente; la de los ochenta de la fiesta liberadora de la democracia, en la Movida madrileña o en la discoteca de cualquier pueblo; la del poso que dejó los noventa en los padres de las nuevas generaciones… y llegar así hasta nuestro presente».

«Mientras construimos el camino», relata, «los personajes se encuentran entre el pasado y el presente y se ayudan a parar, tomar aire, respirar y entender la sociedad que estamos construyendo y que está por construirse». «Suponen», prosigue, «la ayuda para abrazarnos en el tiempo, aceptarnos en lo humano y acompañarnos en la ansiedad para que no nos falte el aire».

La acción de ‘No me falte el aire’ se desarrolla entre 1971 y 2023, y los seis intérpretes dan vida a un total de 29 personajes, de cuyo vestuario se ha encargado María Alemán. La obra se representara también este sábado.

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