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La ternura como arma de salvación

Háblame sube a los escenarios como un homenaje a la sabiduría y al conocimiento de las abuelas y, sobre todo, a la ternura como la herramienta más importante que garantiza la salvación de un comportamiento desestructurado. Jesús Galera. Artez. 16 de marzo de 2019.

Una obra que no dejó impasible a ningún espectador. Entre la risa y el llanto el espectáculo se desarrolla en un tiempo fluido, que hizo romper al patio de butacas en un estruendoso aplauso.

Adela, interpretada por una magistral María Garralón, se encuentra a las puertas de la muerte. En su imaginario particular, situado en una desdibujada frontera entre el alzéimer, la demencia senil y la cordura, habla con su marido que ya murió hace más de veinte años. También vinieron a esperarla los espíritus de sus padres y de su hermano. Pero la misión que tiene entre los vivos, que no es otra que sacar a su nieto Javier de la oscuridad de un comportamiento roto por profundas soledades, es mucho más fuerte que la muerte y la hará esperar hasta que logre su propósito.

Víctor Palmer interpreta a un Javier enfadado con el mundo y consigo mismo. Una fina técnica interpretativa irá llevando las transiciones desde la oscuridad de su comportamiento hasta la necesidad de hablar y que le hablen. Este será el gran logro de su abuela Adela. La madre, Isabel, está interpretada por Mariola Fuentes, que pone al servicio del personaje una depurada técnica que le lleva a situar al personaje entre una amarga comedia y un amable drama. Y esto es el aspecto que la humaniza y la hace aparecer como una mujer luchadora pero derrotada, alegre pero entristecida. Y de ella también tirará Adela en un ejercicio femenino de pelea contra la tristeza y lucha por la felicidad.

La dirección de Juan Pedro Campoy es sobria, al servicio absoluto de las cualidades artísticas del texto y del reparto. Como director conduce el espectáculo en silencio, desde una distancia suficiente como para que el protagonismo recaiga en el universo dramático que emana del texto y en la interpretación de los actores.

La escenografía de Alessio Meloni se abre como una puerta que separa lo externo de lo interno, la vida de la muerte. Aparece como un espacio de tránsito entre la realidad y la imaginación, entre los vivos y los muertos. Entre la oscuridad que invade a Isabel y a Javier, y la lucidez con la que logra salvarlos Adela.

Háblame es una obra de familia, contada sin filtros y poniendo al descubierto lo difícil que es la convivencia y lo complicada que es cuando alguno de los miembros se muestra roto en las relaciones. La ternura de Adela será el paño caliente que pondrá a salvo el futuro de su nieto Javier y su hija Isabel. Una vez que lo logra, mirando a la muerte de cara y cogida de la mano de sus seres queridos ya fallecidos, se dejará ir para siempre.

No faltan en el texto algunas constantes de la dramaturgia de Fulgencio M. Lax, como es la lucha contra la violencia de género y el empoderamiento de la mujer. O la reivindicación de la Memoria histórica. No obstante, nos sorprende el autor con una obra de estas características, ya que supone un giro importante en su dramaturgia. Un giro o una evolución. De la dureza y el dolor descarnado de su anterior producción, sobre todo la que muestra en el Ciclo del teatro de los muertos, surge Háblame escrita desde la ternura y con la que inaugura un nuevo ciclo.

Obra. Háblame – Autor: Fulgencio M. Lax – Intérpretes: María Garralón, Mariola Fuentes y Víctor Palmer – Dirección: Juan Pedro Campoy. Escenografía: Alessio Meloni – Producción: Alquibla Teatro – Teatro Romea – (Murcia) – 23/02/19

http://www.artezblai.com/artezblai/hablame-fulgencio-m.-lax-juan-pedro- campoy.html?fbclid=IwAR3B2- 8ueVzp0NGLDLa8JNqEj2vheywwiQJzHYH565AckQbOujwUTbj_NGU

Tú habla, María, habla que te escuchamos

La producción murciana Háblame, un texto de Fulgencio M. Lax dirigido por Juan Pedro Campoy, logra un gran éxito en el Romea

Te deja Háblame triste, eso es, pero con una sonrisa en la boca; y con alguna lágrima, o varias, encima, que han ido apareciendo entre risas que se agradecen mucho. María Garralón, dando vida a la abuela Adela, está magnífica, tanto en el registro cómico como en ese otro, intimista, delicado, emocionante, en el que su alma en paz se ve claramente reflejada en el brillo de sus ojos. Háblame es una obra del dramaturgo murciano Fulgencio M. Lax, que han producido sus paisanos Antonio Saura –quien se encarga, además, de la excelente iluminación de la función- y Esperanza Clares, de Alquibla Teatro, junto a Juan Pedro Campoy, que firma también la dirección del espectáculo; y lo hace abundando en su convencimiento de que lo más acertado es que su trabajo de dirección se vea totalmente diluido en el fluir natural de la representación, sin artificios, saltos al vacío, ni alardes de supuestos toques geniales. Una dirección sobria, y muy eficaz, entregada a que el texto funcione de inmediato como generador de emociones, y al lucimiento sin estridencias de los actores. Objetivo cumplido.

También la escritura de Fulgencio M. Lax se recibe en este montaje con la sencillez y claridad con la que ha sido creada. Un texto emotivo, cargado de buenos sentimientos, optimista y en el que se hace un himno cuajado de gratitud a toda esa gente –tantas abuelas y abuelos, tantos padres y madres…- capaz de sacrificarse por el bienestar de los suyos, de renunciar al interés personal por encima del de aquellos a los que sea ama, o que están a nuestro cargo. Háblame es una obra a favor del cariño, de los lazos familiares, del respeto a los ancianos, de que no hay que olvidarse nunca de nuestros muertos y de ser amables con la vida…; y una llamada de atención, también llevada a cabo con enorme delicadeza y actitud comprensiva, hacia los hijos, sobre todo en los comienzos de la juventud, que se manifiestan y comportan en exceso rebeldes, desagradecidos, egoístas…; tan perdidos, en el fondo.

Alessio Meloni, uno de los escenógrafos más interesantes con los que hoy contamos, ha creado la casa acristalada en la que viven una abuela con su hija viuda y su nieto. Una casa que funciona a modo de acogedor invernadero, o de caja de música cuyos habitantes están muy necesitados de afecto y atención, y muestran su fragilidad en un mundo en el que se desenvuelven vulnerables y rodeados de pérdidas: la del marido amado muerto en un accidente, la del padre al que se echa tanto de menos…

La abuela es la única que, afectada ya por la desmemoria o por las zarpas del alzhéimer, se manifiesta satisfecha con la vida que ha llevado y encuentra enorme consuelo, y serenidad, en el trato con sus muertos, que la visitan.

La abuela Rosa está interpretada por una deliciosa María Garralón, que derrocha naturalidad y verdad en todo momento, que te divierte y conmueve, que te conquista y te sobrecoge durante ese viaje suyo hacia el olvido, y bien pronto hacia la muerte. No quiere irse de este mundo hasta que no deje unidos, y apoyándose el uno en el otro, a su hija maría y a Javier, su nieto, que desde el fallecimiento trágico del padre no han sabido hablarse, ni escucharse. A María le da vida, también con mucha verdad, Mariola Fuentes, obligada a ser fuerte cuando su vida personal se desmorona, se oscurece sin remedio. El personaje de María también podría muy bien preguntarse, a lo Almodóvar, “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”, y precisamente Fuentes le aporta algo de ese aprendizaje suyo en películas del director manchego como Hable con ella. A Javier lo encarna Víctor Palmero, que supera con creces la prueba de que te olvides de su desternillante personaje en La que se avecina: Alba Recio.

No sería justo olvidarse del trabajo estupendo de vestuario que realiza Eduardo Navarrete, ni del espacio sonoro y la música original, exquisita, de Gera Márquez, que contribuyen también a que Háblame se vea y se escuche –bueno, escucharse se escuchó con gran dificultad- con mucho agrado, y eso pese a que se tratan temas dolorosos ante los que sentimos vértigo: la vejez, la soledad, el alzhéimer, el no sentirte querido…; temas aquí abordados que recuerdan a otros montajes excelentes, como El padre, de Florian Zeller, o Las últimas lunas, de Furio Bordon… Y se tratan sin acudir a ninguna preciosita sensiblería barata, ni a ningún espectacular final operístico que seduzca por completo tus sentidos y tu laberinto emocional. No hace falta: queda claro lo insignificantes y desgraciados que somos cuando no tenemos a nadie a quien decir: Háblame. Cuando no hay nadie, vivo o muerto, que nos eche de menos o nos desee “buenas noches”.

El pasado lunes 11 de marzo tuvo lugar el primer encuentro del equipo artístico completo de Mucho ruido about nothing (versión libre de Much Ado About Nothing de William Shakespeare), la nueva producción de Alquibla Teatro, que se estrenará el próximo agosto de 2019. 

En la reunión, Alba Saura Clares, dramaturga del espectáculo, explicó las principales líneas sobre las que ha versado el trabajo con el texto: su desarrollo en una gran pista de swing de 1939; su contexto de gran fiesta y celebración; la innovadora propuesta de personajes basada en ocho parejas (Úrsula-Dogberry, Beatriz-Benedicto, Hero-Claudio y Margarita-Borachio) con diferentes conflictos; el trabajo hacia el empoderamiento de los personajes femeninos; la revisión profunda del lenguaje shakespeariano; la tensión entre la tradición textual y la innovación contemporánea; y, por último, la música como eje vertebrador, estético y temático, del espectáculo. 

En total, catorce artistas se subirán al escenario de Mucho ruido about nothing: cinco músicos de la banda de swing The Shaky Shak, un maestro de ceremonias (el gran Jive, que juega con todos como el Robin shakesperiano) y las ocho parejas protagonistas. Y todo ello, ¡con mucho ritmo! El entorno festivo ideal para celebrar el 35 aniversario de la compañía.