Alba Saura: «En el arte debe estar por delante dejarse llevar y ver qué ocurre»

La ‘Trilogía del camino’ de la joven murciana para Alquibla Teatro llega a su fin: al estreno en San Javier en agosto le precede la publicación del texto en papel

Dice Alba Saura (Murcia, 1989), que no podría señalar dónde acaba la familia y empieza el trabajo en Alquibla Teatro. A la vez, que en la creación siempre hay que dejarse llevar y que escribió estos textos sin ponerse frenos. En ese espacio creativo tan único se ha gestado la Trilogía del camino, un tríptico sobre la distancia (en sus múltiples «aristas») que llega a su fin con el estreno de Lo más hermoso todavía el 4 de agosto en San Javier. El inicio del fin, sin embargo, lo marca la proeza de publicar en papel, gracias a La máquina de nubes los tres textos que firma la joven murciana.

Está a punto de presentar la pieza que completa ese tríptico que es la Trilogía del camino. ¿Cómo se siente?

Expectante y con una cierta tristeza. Como bien has dicho, esta trilogía ha supuesto un recorrido determinante, y ahora nos encontramos a las puertas de ese cierre. De ahí también la dulce tristeza, que tanto tiene que ver con este último texto, de despedirnos de este proyecto. Le hemos puesto a cada obra toda nuestra entrega, desde lo humano y lo artístico, y quizás por ello nos cueste tanto llegar al final.

Para entender ese cierre, cuénteme de qué va esta tercera parte.

Lo más hermoso todavía va del final del recorrido, del tránsito hacia la vejez, de cómo despedirnos de la vida y acompañar ese cierre con serenidad y alegría. Miramos de frente a lo que nos atormenta, quien se marcha y quien despide: pensar lo que hicimos, lo que vivimos, lo que aportamos y dejamos. Es una obra sobre tres ejes: la memoria, el legado, el olvido. Tres términos que nos permiten ir a su sentido más amplio y político desde numerosas aristas. La obra comienza con el fallecimiento de Isabel, reportera gráfica.

Mi cuerpo será camino hablaba de la distancia física, No me falte el aire lo hacía sobre la distancia generacional, y aquí también hay distancia.

La que más nos aterra: la del final, la de la despedida sin retorno, la de la ausencia, la de la muerte. La obra es un canto feliz a cómo enfrentarnos a ello, a despedirnos y saber despedir. Todo es un diálogo generacional lleno de momentos de humor, de ternura y de emoción, como la vida.

¿Cómo ha sido trabajar sobre un concepto que aún le queda lejano, como es la vejez?

¡Y que así sea! [Ríe]. Aun desde lejos, nos atraviesa de formas distintas: cuando nos toca vivirla, pero también cuando la acompañamos. Por eso esta obra ha sido un descubrimiento, hacerme preguntas que nunca me había hecho, y abrir los ojos y la escucha para pensar desde otras personas. Hablar con quienes me rodean, pensar en cómo se afronta el paso del tiempo, descubrir lo que nos aterra, lo que nos afecta y conmueve, dejarme afrontar mis propios miedos con el paso del tiempo. Es algo que a todo el mundo nos acompaña, desde la relación con nuestros abuelos, y después con los padres.

Cuando surgió este proyecto, ¿tenía en mente que también se publicara en formato libro?

Ha sido otro de los regalos que me ha dado la Trilogía del camino. Nunca podré estar lo suficientemente agradecida a la suerte. Todo se fraguó desde la ilusión y la locura, que en el arte siempre debe estar por delante el dejarse llevar y ver qué ocurre. De ahí apareció, junto a la editorial La máquina de nubes y a Jesús Galera, que el primer texto cobrara forma de libro.

¿Son los guiones, o ha habido un proceso de novelización?

Se trata de tres textos teatrales, escritos para este proyecto, pensados en su contexto de producción con Alquibla Teatro. Son las palabras que luego han cobrado forma de montaje. Las escribí desde la conciencia de en qué proyecto se concebían (la poética escénica de Antonio Saura, los seis intérpretes que la llevarían a cabo, el trabajo en el espacio sonoro), pero sin ponerme freno. Juega con el vaivén continuo entre tiempos y espacios, lo imagino, me lanzo y lo propongo. Luego vendrá el trabajo de escenificarlo. Por eso es tan especial publicarlas, porque así se podrá leer y luego ver cómo se vuelve vida.

Jesús Galera, comentaba, es una pieza clave, porque ublicar teatro escrito no parece algo muy habitual a día de hoy…

Es un gran compañero y un loco, en el mejor sentido. Está llevando a cabo, desde La máquina de nubes, una labor encomiable en la publicación y difusión de textos teatrales. Es el gran editor de teatro en la Región, y ha sido una fortuna que los textos estén en sus manos.

Su forma, vuelta vida, que decía, tendrá lugar en algo menos de un mes en San Javier. ¿Nervios?

El 4 de agosto llegará el estreno en Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier, un enclave inmejorable. Ahora mismo no hay lugar para los nervios, está todo puesto en la emoción, el vértigo, la ilusión, los miedos, las ganas inmensas de verlo sobre el escenario, compartir con el público lo que hemos creado y escuchar cómo les llega. Es adrenalina pura lo que queda por delante.

Además, Alquibla celebra 40 años. El apoyo a la Trilogía parece indudable, ¿cómo es compartir trabajo con la familia?

Aun siendo parte de esta compañía casi desde que nací, que hayan confiando en el cierre de la Trilogía para este festejo ha sido una responsabilidad inmensa y muy emotiva. Alquibla es la familia, no sabría bien cómo diferenciar una cosa de otra, así que ha sido un diálogo artístico constante que ha dado lugar a estar en conexión, en una intimidad de máxima comprensión. Solo así habría sido posible llevar adelante la Trilogía del camino.

El equipo de las tres piezas es idéntico. Siendo el final de una etapa, imagino que las emociones estarán a flor de piel.

Desde 2020, cuando comenzamos a soñar este proyecto, supimos que era un camino para recorrer de forma compartida, como el teatro siempre exige. Por eso el elenco son los seis mismos maravillosos interpretes: Cristina Aniorte, Esperanza Clares, Nadia Clavel, Julio Navarro, José Ortuño y Pedro Santomera. Me encanta verlos en escena y pensar no solo en el papel que están interpretando, sino el diálogo corporal con los otros personajes y con lo recorrido en cada obra. Eso también es parte de estos montajes. Todo el equipo artístico estamos viviendo todas las producciones, y ahora llegamos a la última.

El título, Lo más hermoso todavía, ¿es una manera de decir que lo mejor está por llegar?

Está ligado a la historia de Alquibla Teatro. 40 años es un camino inmenso y difícil, con tantas alegrías como momentos de esfuerzo. Uno de los montajes que más nos acompaña en nuestro recuerdo fue Las reinas del Orinoco, de Emilio Carballido. En esa obra, Mina y Fifí, Lola Martínez y Esperanza Clares, eran dos vedettes en un barco a la deriva por el río Orinoco. No sabían qué les depararía ese viaje y Fifí le cuenta a Mina el cuento La flor del lino, que siempre repite, que cuando crees que llega el final «no se ha acabado nada, falta lo más hermoso todavía». Me vuelven los ojos de ambas, llorando, pero serenas, preparadas para afrontar lo que viniera por delante. Esta era la esencia de Lo más hermoso todavía.

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